
Steven Yeun de Minari proporciona la voz en off de las propias palabras del artista y, entre otras cosas, esta película nos muestra lo agotador que debe ser hacer lo que hizo: insistir, durante décadas, en que su arte, un arte que no se parecía a nada, tenía vigencia y sentido, estando siempre al borde de la pobreza y el desmoronamiento físico. El abrumador sentido de vocación necesario para una vida así es casi impresionante, aunque la personalidad opaca y bromista de Paik parece existir como un reproche a cualquier reacción tan burguesa como esa.